Con el Internet se acentúa la aldea global, y hace nuestro espacio menos local

“La próxima vez que navegue por Internet, responda un email o intercambie mensajes con un amigo, tenga en cuenta la verdadera dimensión de su espacio personal, que ahora no es físico sino global y virtual”, señala Silvio Carta, jefe de programa de Arquitectura, Interiorismo y Diseño de la Universidad de Hertfordshire (www.herts.ac.uk), en el Reino Unido, donde también es Presidente del Design Research Group.

El doctor Carta investiga cómo está cambiando la forma de nuestro espacio personal en un mundo cada vez más digital.

“Cualquier acción en el mundo digital genera datos, que traducidos a ondas de radio, viajan casi sin esfuerzo a otras partes del mundo en una fracción de segundo”, explica Carta en la revista científica ‘The Conversation’.

Carta dirigió un estudio (https://doi.org/10.1386/jucs.5.1.91_1) para comprender cómo la presencia de todos estos datos altera nuestra comprensión de los espacios personales y públicos, estableciendo una red de área local inalámbrica (WLAN) abierta en Caracas, Venezuela.

Ciento veintitrés personas se conectaron con sus dispositivos a esta WLAN, enviando y recibiendo paquetes de información hacia y desde servidores de todo el mundo.

Los investigadores determinaron la ubicación de los servidores a los que se conectó cada usuario y generaron imágenes que muestran una línea para cada conexión establecida entre la persona y dichos servidores.

“Comprobaron que los datos de un correo electrónico, compuesto en el espacio íntimo que existe entre el usuario y su teléfono inteligente, convertidos en ondas de radio y enviados desde su dispositivo a un amigo que los recibe en su bandeja de entrada, tienen el potencial de llegar a todo el mundo”, asegura Carta.

LA INTERCONEXIÓN GLOBAL

“En la década de 1960 el espacio personal era visto como las distancias que mantenemos con los demás para controlar nuestras interacciones con ellos, un ‘aura invisible’ cuyo tamaño puede variar, según los valores culturales, la cantidad de personas que nos rodean y otras circunstancias”, asegura.

“Nuestra investigación muestra que en el ámbito digital, el espacio personal es como una red global de conexiones, que llega a todas partes, proviene de cada persona cuando envía o recibe un paquete de datos, y cambia en tiempo real con nuestras interacciones digitales”, señala el doctor Carta.

Según el profesor las imágenes basadas en los datos muestran cómo este espacio “se dispersa a través de la atmósfera y se materializa en el dispositivo de otra persona en cuestión de segundos, dejando huellas en una constelación dispersa de servidores”.

Para Carta, teniendo en cuenta lo sensible que somos a las invasiones de nuestro espacio personal físico, es sorprendente que muchos de nosotros no nos demos cuenta de la amplitud de nuestro espacio personal digital, que está disperso alrededor de servidores y otros dispositivos en todo el mundo.

“El espacio personal en el que mantenemos interacciones con otros individuos, como encuentros, charlas, relaciones, choques o invasiones, ya no es el espacio físico más cercano que nos rodea y que se mueve con nosotros, ni se identifica como una forma cerrada con unos límites determinados”, explica Carta.

ESPACIO OMNIPRESENTE

“Es algo más abstracto, dinámico y distribuido globalmente, que está disperso en la atmósfera, es emitido radialmente desde cada individuo por medio de sus datos y se modifica a cada instante con nuestras interacciones digitales”, puntualiza.

“Es una red de conexiones interrelacionadas, una extensión o proyección del espacio físico en la dimensión digital con un alcance global, a través de Internet, que incluye torres de telefonía móvil, satélites, servidores y todo dispositivo informático que utilicemos directa o indirectamente al comunicarnos con otras personas”, enfatiza Carta.

Este experto cree que, al visualizar el tamaño y dispersión de su espacio personal digital, los ciudadanos protegerán más los datos y se interesarán más por el cifrado, la ciberseguridad, la privacidad y los permisos otorgados a cada aplicación que utilicen.

“La próxima vez que usemos nuestro móvil para enviar un mensaje, debemos imaginar la extensión real de nuestro espacio, que llega al otro lado del mundo en segundos y regresa a nosotros para comunicarnos algo”, señala.

Para moverse en el espacio personal digital y global, Carta recomienda “saber cómo funcionan Internet e Internet de las Cosas (la interconexión digital de objetos con Internet), y comprender, en líneas generales, cómo se transfieren los paquetes de datos a través de la Red, mediante dispositivos electrónicos, ondas de radio, enrutadores wifi y servidores”, apunta.

“Las personas seguirán compartiendo su información en línea y a través de las redes sociales, pero deben tener cuidado con el lugar al que irán estos datos ya que, por ejemplo, se podrían almacenar en algún servidor en una ubicación remota para su uso futuro o ser vendidos a terceros”, explica.

“Comparte lo que quieras, pero considera que perderás el control de una parte de tu espacio personal una vez que esté en línea”, concluye Carta.

Fuente EFE

14 de enero 2019